Vestigios

En las montañas, el sonido del ferrocarril una vez marcó el ritmo de un pueblo en crecimiento. En su silueta de hierro, se tejieron los sueños de aquellos que nos llevaron al  vasto mundo y en el eco de sus ruedas resonaron los suspiros de un pueblo que vio en él una promesa. En la actualidad, sus vestigios permanecen como silenciosos testigos de una historia que se desvanece con el tiempo.

Sigue el rastro del antiguo ferrocarril que una vez impulsó los sueños de un pueblo. Entre los vestigios de hierro, un joven busca las huellas de un pasado que se desvanece, evocando promesas olvidadas y esperanzas que aún susurran en el viento de las montañas.

Crónica

En un entorno donde el café brillaba como el oro, se vislumbraba la necesidad de atravesar las montañas y tomar el vasto horizonte como propio. Fue obra de soñadores imaginar cómo unir sus tierras con el mundo y tarea de hombres concretar esa unión mediante una obra marcada por la muerte, el sudor y la gloria. En ECOS, se tomó la decisión de recorrer las antiguas vías del olvidado pero glorioso ferrocarril de Antioquia, Colombia. Seguir este camino era seguir los pasos de muchos otros que alguna vez transitaron por los rieles en busca del trazo dejado por aquellos soñadores del pasado.

 

Cuando las personas se preguntan qué encontrarán al seguir el rastro del ferrocarril, el imaginario se llena de historias escuchadas y de una tierra que la naturaleza ha reclamado nuevamente. Sin embargo, la verdadera respuesta solo se revela en cada paso que se da siguiendo la línea férrea como brújula. A medida que se avanza, las historias y los relatos cobran vida, otorgando sentido a cada vestigio, porque estos mismos caminos, alguna vez transitados por hombres y cargados de movimiento, ahora yacen envueltos en el abrazo silencioso de la naturaleza y el pasado, donde los ecos de aquel ir y venir resuenan entre raíces y escombros.

En este presente, aún es posible encontrarse con los rostros que el ferrocarril dejo atrás, rostros que son fragmentos de historias vividas, fríos al tacto y llenos de palabras no dichas. Cada uno, marcado por el tiempo, guarda en su interior los ecos de viejas conversaciones, mientras el ferrocarril, con su historia en silencio, se presenta como una sombra en el tiempo. Los recuerdos, encapsulados en los surcos de la vía férrea y en los rostros que aun vigilan su memoria, parecen susurrar historias perdidas. Seguir este camino no solo permite atravesar montañas y praderas, sino también generaciones, donde aquellos rostros que caminan sobre los rieles llevan consigo un legado que aún persiste, latiendo en cada paso, en cada mirada que se cruza con la huella del pasado.

     

Los caminos del ferrocarril siguen cruzando la mente y el alma de aquellos que vieron el tren como la columna vertebral de sus sueños y de su identidad. Este recorrido se convierte en un viaje al pasado, hacia los rostros que quedaron atrás como fragmentos perdidos de una era que ya no volverá, pero que, de alguna manera, sigue viva en nosotros. La historia del ferrocarril no está escrita solo en libros, sino en el aire, en los cimientos, en las manos que alguna vez acariciaron los rieles. La memoria del ferrocarril no es solo una nostalgia por el pasado; es un recordatorio de la fragilidad del tiempo, de lo efímero de nuestras huellas. La naturaleza, que ha abrazado con fuerza las antiguas vías, nos enseña que el olvido no es el final. En sus raíces, en su crecimiento, la memoria persiste, y quizás, de alguna forma, esta memoria sigue viajando, como esos trenes que alguna vez cruzaron la tierra antioqueña. 

Este relato toma forma en un cortometraje acompañado de una serie de prendas de vestir, cada una con su propia historia. A través de su composición, estas prendas no solo reflejan, sino que también trascienden la narrativa, permitiendo al espectador no solo ver, sino también sentir y llevar consigo una parte de esta memoria.

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Recuerda con melancolía el profundo abandono de los caballos de acero y hierro, que yacen en una calma natural, en marcado contraste con la dureza del camino.Estos parecen atrapados en una paradoja: aunque su refugio parece inmóvil, siguen siendo ecos de historias olvidadas, retenidas por el tiempo en su silencio.

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Poema que evoca la conexión entre el pasado y el presente. Trata sobre como el paso del tiempo deja tras de sí vestigios de lo que fue, pero nunca se desvanece por completo. Hay lazos invisibles que nos conectan con lo perdido, recuerdos que persisten y siguen fluyendo.

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Manifiesto sobre las rutas de memoria, dibujadas a pulso sobre el mapa, con la suavidad de un sueño y la determinación de un amor eterno. Son huellas de un pasado que persiste, recordando a quienes, con sacrificios y valentía, abrieron caminos, unieron culturas y preservaron la memoria colectiva. Este manifiesto es un homenaje a quienes transformaron vidas y lucharon por que el pasado no se olvide.



K117

La casa de la estación es un relato que cuenta la historia de cambio y transformación de aquellos lugares que tiempo atrás fueron centros de actividad y conexión, pero con el paso del tiempo y con el cese del ferrocarril cayeron en el abandono y el olvido. Sin embargo, a través de todo ese proceso de desolación, estos espacios se fueron convirtiendo de una forma inesperada en refugios para aquellas familias que buscaban un nuevo comienzo. Un nuevo comienzo que también adquieren estos lugares al tener un nuevo propósito y significado, integrando el pasado con lo que está por venir y ofreciendo oportunidades de esperanza.